ESTA VEZ ES DISTINTO: OCHO SIGLOS DE NECEDAD FINANCIERA

ESTA VEZ ES DISTINTO : OCHO SIGLOS DE NECEDAD FINANCIERA

A lo largo de la historia son muchos los expertos que tienden a aumentar las pujas por el precio de acciones o bienes raíces, afirmando que la economía “ha cambiado” de manera fundamental a lo largo de la historia. Sin embargo, la realidad es adversa. Así lo demuestran los profesores de economía Carmen M. Reinhart y Kenneth S.Rogoff, quienes realizan un recorrido histórico por las distintas burbujas de bienes raíces que han surgido a lo largo de ocho siglos, desde el año 1800 hasta el año 2008, recopilando estadísticas de más de cien países, estudiando sus impagos de deuda externa e interna y calificando las naciones según dichos impagos. De este modo, exponen un ambicioso recorrido por siglos y países, analizando, en primer lugar las distintas crisis existentes, haciendo hincapié en las crisis de deuda interna y deuda externa, pues son las más consecutivas, y finalmente analizaremos retrospectivamente las razones que hacen preguntarse cómo puede alguien seguir confiando en la idea de que “esta vez es distinto”. 

 Entre los descubrimientos de Reinhart y Rogoff aparece que la crisis llamada “Gran Contracción del 2008” sigue el mismo esquema de apalancamiento que las ya superadas en las cuales los consumidores están endeudados y se ven obligados a restringir el consumo durante tres años. Pasado ese periodo, la economía vuelve a crecer. Sin embargo, el modelo de la Gran Contracción de 2008 presenta una diferencia, pues incluye una crisis financiera con hundimiento de bancos a escala global, convirtiéndose en la crisis global más dañina desde 1945.

Finalmente, es importante partir de la base de que este análisis realizado por Reinhart y Rogoff es una clara crítica hacia la teoría Keynessiana, quien se basa en la idea fundamental de que la intervención del gobierno puede estabilizar la economía, aumentando los niveles de empleo y producción, principalmente mediante el aumento del gasto público en períodos de desempleo. Sin embargo, Reinhart y Rogoff exponen todo lo contrario, pues afirman que el gobierno es uno de los principales causantes de que los historiadores y economistas no aprendan de los fallos incumplidos en las crisis anteriores, debido a la furtiva información que estos ocultan y nunca sacan a la luz. 

Este síndrome ha emergido a la superficie una y otra vez en todos los continentes y ningún país parece ser inmune, pues finalmente sugiere que no estamos ante un desafío que sea sencillo superar. Esto es, aun si una crisis es inevitable, una revisión tan extensa de la necedad financiera debe ofrecernos al menos ciertas intuiciones básicas.

Primero, en relación con mitigar y manejar las crisis de deuda e inflación.

Segundo, los responsables de la política económica deben reconocer que las crisis bancarias tienden a ser acontecimientos de larga duración. 

 

Tercero, en cuanto a alcanzar la condición de país graduado, considerarlo de manera prematura puede traer complacencia y un descenso de categoría. 

 

De este modo, al abordar la reciente crisis financiera descubrimos que prevalecía la idea de que deudores y acreedores habían aprendido de los errores del pasado y que las crisis financieras no iban a volver por un largo periodo de tiempo.  

En cuanto a los países ricos, el síndrome de “esta vez es distinto” asumió sobre todo la forma de una confianza absoluta en la invulnerabilidad de las actuales instituciones monetarias. Los inversionistas confiaban en que los bancos centrales los rescatarían en caso de algún problema. 

Hoy resulta evidente que un acercamiento basado enteramente en la inflación sólo puede justificarse en un contexto donde otros reguladores garanticen que el apalancamiento no será excesivo.

Así, la lección de la historia es que si bien las instituciones y las políticas económicas siguen perfeccionándose, siempre existirá la tentación de sobrepasar los límites.

La tecnología ha cambiado, los seres humanos han cambiado y las modas han cambiado, sin embargo, la habilidad de los gobiernos y los inversionistas para autoengañarse una y otra vez provocando ataques de exuberancia que por lo general terminan en lágrimas sigue siendo una constante. 

En suma, este es el mensaje que los autores pretenden transmitir, y es que quizá esta vez parezca distinto, pero casi siempre una mirada más a fondo revela que no es así. La historia ofrece señales de alerta, las cuales deberían ser consideradas por los responsables de la política económica al momento de evaluar los riesgos, sin cegarse demasiado por el éxito, asegurando como lo han hecho sus predecesores por siglos que “esta vez es distinto”.


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